Amber
P. D.: En mis entradas hay otras historias escrita para mi mejor amigo, déjenme en los comentarios el nombre del escrito , quiero ver si alguien le atina, me divertirá leerles.
Ahora si! a leer Amber!
Un
dÃa más, soleado y cargado de horas largas y abrumadoras… todo serÃa tan
aburrido y tÃpico como siempre, si hoy no fuese el primer dÃa de escuela. Una
vez más volver al liceo donde no soy más que el chico que se sienta al final
del aula, alejado de todos y a quien todos miran cuando desean burlarse de
alguien. Y sÃ, soy el chico solitario, el que vive en su mundo, el mismo que no
tendrá pareja para la fiesta de fin de año, el mismo que nadie quiere en su
grupo de práctica de deporte; creo que solo soy; un asiento más en
ese alborotado centro educativo.
Y de repente una voz fuerte y dulce me saca de mis pensamientos… ¡Jayyyyyy!
Gritaba mi madrastra desde la cocina, y sin mucho ánimo en responder, decido ir
a desayunar, pues siempre es lo mismo, todos andan con prisa en la mañana.
Cuando entro a la cocina, veo como mi madrastra va llevándose a mis hermanos
con el último pedazo de pan en la boca y mi padre tomando sus últimos sorbos de
su taza de café; me recuerda que tengo que alimentar a las cotorras… ¡uff! Si
supiera como odio las aves… o bueno, esas aves, acaso con todo el dinero que
tenemos no puede pagarle a alguien para que les cuide… pero nada… sé que a él
no le puedo responder, solo le miro cuando menciona mi nombre y después me
dispongo a ver qué encuentro en la cocina para desayunar. Alimento a esas
odiosas aves y me voy a donde no querÃa llegar.
Parqueo mi bici en el lugar de siempre, pues no requiero de
mi auto para ir a la escuela, en fin de cuenta, vivo a unas cuadras de esta. Y
cuando llego al aula, veo que mi puesto está ocupado, por una chica que nunca
antes habÃa visto, ella era un poco más baja que yo, tenÃa unos ojos hermosos
que me recordaba las tranquilas aguas del mar, unos labios rosas y delicados
como el pétalo de una rosa, mientras que su cabello negro caÃa hasta sus hombros
y unos flequillos que se interponÃan con sus pestañas; y yo me quede allÃ,
parado como estúpido y mirando como jugaba con su celular, hasta que una chica
rubia me empujo, me dijo que me quitara del medio y le susurro algo a la chica…
la chica me miro y se paró de mi asiento y con su voz de ángel, me dijo.. Que
le disculpara, pero que no sabÃa que ese era mi puesto, me sonrió y siguió a la
rubia que me despertó de mis sueños; y yo, me quede parado como un estúpido,
sin decir nada y simplemente observando mi asiento nuevamente vacÃo, hasta que
escuche la voz chillona de la maestra, que pedÃa que tomáramos asiento.
La mañana continuó aburrida, monótona y hasta desesperante,
lo único bueno de aquel primer dÃa, fue enterarme que aquella chica, de
apariencia tan frágil y dulce era una nueva alumna de mi salón y su
nombre revoloteaba en mi cabeza, como melodÃa sagrada que se repetÃa una y otra
vez; Amber, Amber, Amber…. Hasta que la voz chillona de mi maestra
menciono con tal fuerza mi nombre, que me hizo caer de golpe a tierra, todos
mis compañeros me miraban y se reÃan. Yo solo mire a la maestra y le hice un
gesto que indicaba que le prestaba atención, ella prosiguió hablando… Usted y
la señorita Amber prepararan una exposición sobre la reproducción sexual, que
será el próximo tema a tratar en clase; yo solo hice un gesto de aceptación a
pesar de lo mucho que odiaba exponer, pero por lo menos es una excusa para
poder admirar a esa chica.
Al término de la clase Amber se me acerca para acordar como
nos reunirÃamos para trabajar, yo le sugerà que podrÃamos ir a mi casa, pero
ella muy dulcemente me dijo, que quizás su casa era mejor; yo en fin de cuenta
termine aceptando, pues como decirle no a esos ojitos azules.
Llegó a mi casa, dispuesto a comer e investigar todo lo
necesario sobre la reproducción sexual, para que Amber viera que si me preocupo
por mis responsabilidades, luego me ducho y dando justamente las 3:30 salgo de
mi casa para llegar a tiempo a casa de Amber para hacer nuestro trabajo; se me
hizo un poco incómodo llegar a su casa, pues me confundà entre calles, pero
estacione mi auto y subà corriendo las escaleras y al tocar el timbre dieron
justamente las 4:00 en punto, pensé que era un estúpido, que imagen iba a dar
de la puntualidad a ese angelito, llegando asà justo a la misma hora; mientras
intentaba recuperar mi aliento y evitar que mis manos continuaran sudando y que
mis latidos dejaran de acelerarse como lo estaban haciendo; mientras que mi
cabeza se volvÃa un nudo; que se lÃo más, cuando me choque con esos ojitos azules
que abrieron la puerta… ¡Hey! Llegaste justo a tiempo, dijo esa dulce voz,
mientras que unos cálidos labios me daban un beso afectuoso en una de mis
mejillas y me sostenÃa de la mano, invitándome a pasar. Y yo, con toda la carga
de idiota que poseÃa, solo dije hola, de la forma más sonsa que pude.
Al entrar a su casa, me quede observando cada detalle de
ese cálido hogar, mientras que su voz me invitaba a sentarme al mueble, yo me
senté y me quede mirándola, y descubrà ese atuendo que llevaba, pues era
un corto vestido rosa, su cabello estaba peinado en una media cola y llevaba en
sus pies unas bailarinas; ella me miraba tan juguetona y yo sin saber que
decir, me dispuse a sacar mi cuaderno para mostrarle lo que habÃa investigado,
ella se acercó a mÃ; para ver mis apuntes y me dijo que los de ellas estaban en
la computadora en su habitación; yo no supe ni que decir, pues mi madre y mi
madrastra me enseñaron que las habitaciones de las niñas se respetan, asà que
solo le dije que se llevara mis apuntes y que revisara para ver que tenÃamos de
diferentes, ella se paró del mueble, me hizo puchero y me dijo que no fuera tan
estirado y que fuera con ella a su habitación, yo no supe que decir, pues como
negarle algo a esa chica tan dulce.
Cuando entramos a su habitación, que era la última del pasillo,
descubrà un mundo rosa y tan delicado y dulce como ella; ella se fue a su
computadora, me pidió que me acercara y me dijo que fuera comparando nuestras
informaciones mientras ella iba a la cocina a buscar algo de beber.
Mientras ella estaba en la cocina, no pude evitar sentir
como su aroma invadÃa toda la habitación y como cada detalle describÃa a tal
perfección la tierna imagen de aquella chica de la cual no conocÃa nada; pero
por la cual me atreverÃa poner las manos en el fuego para defenderla si fuese
necesario. Me sentÃa como un explorador en aquella recamara, ella en la cocina
buscando algo para mÃ; y yo, bueno, yo invadiendo su santuario privado e
imaginando cosas que no debÃa, que podrÃan suceder sobre aquella cama de
colchas rosas. Pero mi curiosidad era fuerte y no pude evitar reprimir mis
deseos de seguir recorriendo su habitación, cuando estuve a punto de abrir una
de las puertas que se encontraba cerrada, ella entro con bebidas en sus
manos y me sonrió y me tendió uno de los vasos, mientras me observaba con
picardÃa, luego se dirigió a el escritorio y busco unos cuadernos, yo para
evitar decir algo, me concentre en tomarme mi bebida, mientras veÃa que ella se
movÃa en la habitación, luego ella se sentó frente a su computadora y me
pregunto qué, que habÃa encontrado de diferente en su información; yo intentaba
responderle pero, me sentÃa adormilado y sin fuerza para sostener mi cuerpo,
hasta que de repente todo se me puso negro…
Con un tremendo dolor de cabeza y sintiéndome impotente; intento abrir los ojos sintiéndome atado de manos y pies, mientras veÃa que todo me daba vuelta, reconozco los bellos ojos azules de Amber, que con voz preocupada y algo emocionada, me dice… Ya despertaste Jay… y se tira en mis pecho, como dándome un abrazo, yo intento corresponderle el abrazo, cuando noto que mis manos están atada y que mis pies corren con la misma suerte, yo algo nervioso y asustado, aclaro mi garganta y le pregunto a Amber que, que está pasando, ella sonrÃe y me dice, para nuestra exposición lo mejor es una demostración Jay… tu y yo realizaremos el acto necesario para que se produzca una reproducción sexual; yo algo aturdido y si estar seguro; de que esas palabras salieron de los labios de aquella tierna chica, le dije ¿Qué? como si estuviera sordo… ella sonrió y solo me dijo, sà que eres tontito Jay; se paró de la cama, apago las luces, cerro las cortinas y puso una suave melodÃa de fondo.
Se subió en la cama, quito la sabana que me cubrÃa el cuerpo y descubrà que mi cuerpo; se hallaba desnudo sobre aquella cama, y yo, sudando frÃo sin saber si gritar o intentar soltarme de esos nudos que me mantenÃa sostenido a la cama, buscando en su mirada respuesta de lo que ella pretendÃa hacer, pensé que era una broma, que de pronto saldrÃa mis compañeros riéndose, pero no, no lo era, en toda la casa no se escucha ni un ruido, más que la melodÃa de fondo que ella habÃa puesto, y con sus dedos, acariciaba mi cabello, mientras deslizaba suavemente las puntas de sus dedos por mi rostro, bajando por mi cuello hasta posarse sobre mi pecho. Y a pesar del miedo, yo no podÃa evitar estremecerme, sus caricias era un juego delicado y maniático que aumentaba la temperatura de mi cuerpo, aunque en mi cerebro se hallase las ganas de salir corriendo.
Ella volvió a posarse sobre mi cuerpo, esta vez colocando su cuerpo desnudo sobre el mÃo, yo sentÃa como cada parte de nuestro cuerpo se ponÃan en un estrecho contacto, provocando sentir como el calor de nuestro cuerpo se unÃan, y yo; yo me estremecÃa con cada movimiento que ella realizaba y solo deseaba poder estar libre para poder abrazarla y acariciarla asà como ella lo hacÃa, pero mantenerme reprimido y totalmente privado de la libertad de movimiento, me hacÃa disfrutar más el momento, me sentÃa como el prisionero de una loca tarde de pasión y me gustaba, pues era descubrir satisfacciones que nunca pensé que descubrirÃa y menos con una chica tan bella y tierna como Amber… ya cuando nuestros cuerpos se hicieron uno y quedamos envuelto en el frenesÃs de las pasión que nos envolvÃa, llegando al éxtasis y al más completo nivel de satisfacción de nuestra existencia, donde los gemidos se perdÃa con la melodÃa de fondo y el sudor de aquella dulce batalla era lo que nos cubrÃa, ella se recostó sobre mi pecho, yo sentÃa su respiración agitada y el movimiento de su pecho debido a sus latidos acelerados, más el jugueteo de sus dedos sobre mi pecho, era extraño el juego de emociones que sentÃa, pero a pesar de todo, disfrutaba tenerla allÃ, tocándome y tan cerca de mÃ.
Cuando estuvimos a punto de quedarnos dormidos, ella dio un salto de la cama, me dio un beso y me dijo que me tenÃa una sorpresa; abrió una de las puertas de su habitación que mantenÃa cerrada, este era como un armario, ella busco y saco una tela rosa envuelta… muy sonriente me dijo, que allà ella tenÃa lo más dulce y divertido de toda su casa, mientras dibujaba una divertida sonrisa en su rostro, mientras que sus ojos se achinaban a causa de esa gran sonrisa, yo fije mi mirada en aquella tela rosa que ella iba desenvolviendo poco a poco, yo tenÃa ansias de saber lo que era, hasta que en sus pequeñas manos, percibà la presencia de un mango de un cuchillo. El color de mi piel se tono pálida y mi pecho comenzó a latir rápido, bajo miedo y presión; las palabras no me salÃan y solo la veÃa juguetear con aquel cuchillo de un lado para el otro, como si le diera mucha satisfacción llevar aquel utensilio como su juguete predilecto.
Cuando logre mencionar palabra, solo le pregunte, ¿Qué para qué era eso?... ella sonrió y me dijo, para usarlo contigo mi lindo tontito, sus palabras sonaban dulce e inocente, lo que me causaba un gran escalofrió… yo con la voz entre cortada, le dije… ¿Que como lo usarÃa?... ella soltó una carcajada un poco maniática y respondió, ya verás mi querido Jay, ya verás… y mientras caminaba en la habitación de un lado para el otro, mirando su juguetito favorito y que por momento pasaba ese frió metal por alguna parte de mi cuerpo, logrando haciéndome sentir pánico y dejándome inmóvil… después fue y se sentó sobre la cama a mi lado y dijo… Ay Jay!! Yo no quiero hacerte esto, no sé, tú eres un lindo chico, y ¡Wow! Eres obediente y la pase muy rico contigo, pero, es que debo… ¿tú me entiendes, verdad? Sabes que tengo que hacerlo, sabes que ya no tengo marcha atrás, he hecho esto con cada uno de mis chicos, pues; cada huella en mi cuerpo, es una huella para mi lindo juguetito… y he jurado, que cada vez que una huella pase a mi cuerpo, debe pasar a mi cuchillo y si no pasa esa huella, tendré que pasar yo… no sé si entiendes, pero… eres tú o yo, pero mi cuchillito necesita de alguien.
Yo solo la miraba en silencio, mientras veÃa en mis pensamientos como ese cuchillo penetraba alguna parte de mi cuerpo, querÃa buscar la forma de salir corriendo, buscar la forma de como liberarme, de cómo poder gritar tan fuerte para que alguien me liberara, pero no, sabÃa que todo era absurdo, sabÃa que ya no tenÃa escapatoria, pues Amber era dulce, tierna pero sobre todo, estaba loca…. Asà que lo mejor era callar, tragarme mi desesperación y esperar lo que sea que esperaba… y ella, me mirada muy detenidamente, asà como una niña mira a su muñeca favorita cuando se ha quebrado… ella solo me dijo, no sé qué me ha pasado contigo, a todos los demás le llega su momento rápido, pero contigo, no puedo, me siento impotente; ella deja de hablar, y deja que la melodÃa de fondo sea lo único que se escuche; mientras cierra sus ojos y de repente, ella pasa su cuchillo sobre mi cuello con gran velocidad, yo cierro los ojos, y escucho un gemido de dolor y como el cuchillo suena al caer al suelo.
Lucy Pgrr
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