Cada día intento ser otra persona, intento dar lo mejor de mí y ser luz
para los otros, pero cuando no tengo que salir de casa, me encierro en la
oscuridad que llevo dentro, pues no tengo que demostrar quien no soy, en la
oscuridad de mi cuarto nadie me pregunta que me pasa, o porque estoy triste,
por suerte mis peluches no hablan, y nadie más que ellos conocen el dolor y la
angustia que me invade; por todas las veces que entre lágrimas y llantos los
abrazo a mi pecho y los empapo de lágrimas, mientras que una y otra vez planeo
mi muerte, y se la susurro con mis pensamientos a mi almohada, pues ya hasta he
perdido la cuenta de cuántas muertes distintas me he planeado, pero soy una
cobarde, soy tan mediocre que ni siquiera soy capaz de llevar acabo alguno de
mis planes, pues con navaja en manos no soy capaz de delinear las venas de mi
muñecas, o cuantas veces con lágrimas en los ojos he buscado el cuchillo
más grande y filoso en la cocina, para penetrarlo sin duda entre mi
entrepierna, pero tampoco soy capaz, y sigo atada a esta miseria que es
mi vida, pues, a veces voy al botiquín y tomo el frasco de aspirinas y al
deslizar la puerta, me encuentro con mi reflejo en el espejo, con esos ojos
hinchados y la nariz roja, el cabello despeinado , descubriendo el asco de
persona que soy, y destapo el frasco de las pastillas, siento como estas
se desliza en mis manos, pero es imposible llevarla a mi boca, mi cobardía no
me deja avanzar ni siquiera a mi libertad, y me desplomo en el suelo
entre lágrimas, hasta que me quedo dormida del cansancio, y al día siguiente,
debo volver a mostrarle mi sonrisa y mis mejores deseos al mundo.
Lucy Pgrr
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