Y mientras la
espera se me hacia larga y agobiante; yo intentaba buscar un poco de paz y
serenidad. Y en aquel parque silencioso y refrescante, encontré el lugar
perfecto para poner a volar mi imaginación sobre las copas de los árboles y
bajo el infinito cielo azul. Hasta que de repente aparecieron aquellas dos
personas, casi tan parecidas como dos gotas de agua, pues en mi subconsciente
pensaba que debían tener algún parentesco familiar, pero tremenda sorpresa me
lleve al notar esas ráfagas de amor que se asomaba en aquellas miradas, esos
juegos de llevarse la contraria y de burlarse sanamente del otro, mas las
dulces caricias en que terminaban por momentos, pues con el roce de sus manos;
una sobre la otra se notaba la mezcla de emociones que le recorría por el
cuerpo y las mejillas rojas delataban cada cosquilleo en el vientre, el aumento
de sus latidos y lo forzosa que se tornaba su respiración.
Y entrelazar
sus dedos; era el mayor lazo de amor que podían demostrar en público, mas
aquellas suaves palmadas sobre las piernas de su acompañante y el jugueteo
insignificante con aquellos objetos inmóviles que se convertían en los
mensajeros de tanto cariño. Y con aquellos juegos del momento, su acercamiento
fue más notable, sus sonrisitas mas delatadoras y sus conversaciones se
volvieron susurros y silencio, acompañadas con unas miradas perdidas por
momentos; que terminaban en el reencuentro de su reflejo sobre los ojos de su
acompañante y se notaba tanto la complicidad y el anhelo de total privacidad;
que mi presencia sentía que le reaccionaba incomoda por momentos, pero de la
nada apareció un chico que hizo que estas dos chicas se alejaran del parque
hacia un ambiente de mayor intimidad.
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