Aquí estoy como
un vagabundo tirado en el suelo, veo que en mi reloj solo faltan dos horas para
casarnos y no sé qué hacer, cuantos sentimientos encontrados siento en mi
pecho, no sé si llorar o sonreír; si saltar de la alegría o asustarme de lo que
vendrá. Así que solo me quedo pensando del día en que te conocí, teníamos
aproximadamente entre 14 o 15 años, en verdad no recuerdo muy bien, pero sé que
muy rápido nos convertimos en los mejores amigos inseparables, a todos los
lados íbamos juntos; nuestros compañeros solían decir que tu y yo éramos almas
gemelas.
Sabes, aun
recuerdo esa fiesta después de la graduación, donde con unos tragos en la
cabeza descubrí tus grandes ojos café, la suavidad de tu piel, mientras que con
un beso le dábamos inicio a lo que sucedería esa noche, nos entregamos el uno
al otro, después de ese día yo he sido otro y solo quería perderme en tu
mirada, jugar con una caricia y disfrutar cada momento junto a ti, pero por
causa de nuestros padres no pudo ser, pues ellos intentaban separarnos; pero el
destino fue más fuerte y nos volvió a unir, convirtiéndonos en unos amantes
aventureros que jugaban con el destino; mientras se burlaban de todos y mírame
aquí, aceptando un compromiso que me impuso la sociedad, solo haciendo lo que
todos esperaban, pero lo que más me duele es saber, que estoy
hablando de mi mejor amigo y no de quien será mi mujer.
Lucy Pgrr
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