Su olor era detestable, cada segundo junto a mi revoloteaba mi ser, me daba asco, jaqueca y ganas de vomitar. Pero tenía que soportarlo, debía soportarlo me decía una y otra vez, para ver si convencía a mí subconsciente de que esto estaba bien, pero él no lo aceptaba... Cada momento sentía como subía ese ácido estomacal con deseo de salir y toda desesperada buscaba aire puro, un aroma que tranquilizara mi cuerpo, que relajara mis instintos y que me hiciera más tolerante, pero cada acto era inútil, cada movimiento que realizaba con buena intención me devolvía al aroma desastroso del perfume de mí acompañante.
Lucy Pgrr
0 Comentarios