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Aquella carta


       El día se me hizo corto, ya no sabía cómo hacer para terminar de arreglarme a tiempo, cuando ya estoy en toalla a punto de entrar a la ducharme, escucho como tocan la puerta con agresividad e insistencia, y mientras mi cuerpo volvía a cubrirse con la toalla y mi cerebro le dedicaba unas cuantas maldiciones a quien se atrevía a interrumpir mi apresurada ducha. Al abrir la puerta veo que era un chico de algunos 16 años con un papel  en la mano, al verme envuelta solo con aquella pequeña toalla que quizás no cubría todo lo que debía y las hormonas revueltas de esa edad, el joven me recorrió con la mirada tan rápido como un relámpago y sus mejilla se cubrieron con un rojo carmesí, me dio un poco de dulzura verle así, pero eso no quitaba mi deseo de matarle por interrumpir mi ducha y por robarme minutos de mi tiempo que estaba estratégicamente cronometrado para intentar llegar a tiempo, siendo un poco brusca le pregunte que deseas y para suavizar mi tono de voz, dibuje una sonrisa forzada en mi rostro, el chico casi tartamudeando me dijo, un joven que estaba parado frente aquí me pidió que te diera esto, yo algo desconfiada le pregunte ¿cuál joven?. el chico puso cara como de yo tampoco sé, pero me respondió que un joven de algunos 25 años que estaba parado frente a la puerta, le pidió que le entregara eso, la verdad el joven casi me suplico, sentí un poco de pena y por eso le estoy haciendo el favor, pues tenía los ojos rojos y él ceño fruncido, parecía que tenía miedo de tocar o de verle, el joven era alto y de cabello negro, algo despeinado, también era delgado o bueno, parece que se puso así no hace mucho tiempo, porque se nota que la ropa empezó a quedarle grande de repente… yo solo le miraba con los ojos bien abierto, no podía ni quería creer que el joven que me describía aquel chico era él, y le pregunte que donde se encontraba aquel joven, el me sonrió y me dijo, se marchó; me pidió que  le diera esto después de que él se marchara, así que se montó en su vehículo y antes de marcharse me pidió que le jurara que se la daría… en verdad dude en tocar al igual que él, no sé lo que contiene este papel, pero estoy cumpliendo mi promesa, por favor señorita, acepte este papel; no quiero sentirme culpable, le sonreí al chico, tome aquel papel y le di las gracias, el chico se dio la media vuelta y se fue… yo me quede viéndolo mientras se marchaba; parada en la puerta del frente de mi casa, envuelta en una micro toalla y con un papel en la mano que no sabía lo que contenía y siguiendo con la mirada a un desconocido chico.

       Y mientras seguía al chico, vi a los niños que salían de la iglesia muy contentos y correteando, lo que me hizo reaccionar de lo tarde que era para llegar al  trabajo…  fui corriendo al interior de la casa, me quite la toalla mientras corría al baño y en el trayecto tire el papel sobre  la mesita de noche, me duche tan rápido que ni creo a verme mojado todo el cuerpo, y mientras me ponía el odioso uniforme e intentaba colocarme mis zapatos; era todo tan rápido que parecía que estaba concursando por un millón de dólares a quien se cambiara más rápido, pinte mis labios como pude, me di el último vistazo en el espejo y fui por mis llaves sobre la mesita de noche, allí vi el papel que me dio el joven y de forma fugaz vinieron los recuerdos de hace unos minutos a mi cerebro, como un recuerdo tangible, tome las llaves y el papel, salí corriendo de casa y caminaba tan rápido como si estuviera en un maratón y si perdía, perdía mi vida, pero la verdad era algo peor… lo que iba a perder era mi trabajo si llegaba otra vez tarde, el supervisor me lo dejo muy claro hace dos días atrás… si vuelves a llegar aunque sea un minuto tarde, olvídese de su trabajo señorita, hasta aun escucho su voz ronca y llena de autoridad, pero lo que más temor me da, es quedarme sin trabajo, sin él me quedaría de patitas en la calle, sin techo donde dormir, sin comida que comer y sin dinero para pagar mis estudios, ay si es verdad!, que mis sueños de ser abogada se irían al drenaje solito…. Con la lengua afuera llego al metro, paso mi tarjeta y toda desalineada dejo caer mi cuerpo como puedo sobre uno de esos mugrosos asiento, con mi mano libre intento ordenar mi cabello y mientras voy arreglando mi postura para parecer la señorita que se supone que soy, ya  bien sentada, pongo delicadamente mi cartera sobre mis piernas y allí veo aquel papel todo arrugado y un poco húmedo por el sudor de mis manos, siento como cambia mi semblante e intento desarrugar el papel con mis manos, después de verlos unos  minutos, respiro profundo y me digo a  mi misma, si es algo malo que tiene este papel, por lo menos estaré rodeada de gentes, aunque sean puros desconocido; alguna alma buena me ayudaría, o eso espero… con las manos algo temblorosa voy abriendo el papel que estaba bien doblado y para el colmo arrugado, al ver las letras mi corazón salto, sentí hasta que me iba a desmayar, intente respirar, porque yo, nada de dar espectáculos en público y me trague mis emociones; las cuales me quemaron por dentro, al empezar a leer; mis pupilas se dilataron e intentaba controlar el temblor de mis manos, cada palabra era como un destello de agonía y sufrimiento que debía ocultar, sentía como si cada palabra que leía con mi mirada, él la susurraba sobre mi oído con su voz quebrada, y mis ojos ya no podía aguantar más aquellas gotas que suplicaban salir; pero yo no se lo permitiría, nada de llorar en público, nada de darle lastima a desconocidos de mierda, que ni le interesa mi vida, así que, al llegar al punto final de aquella carta, tome el papel y lo fui arrugando con fuerza, como centrado cada una de mis emociones en aquel papel que se volvía una bolita pequeña y algo deformada, me dispuse a respirar profundo, guarde aquella bola de papel en mi bolso y me desmonte del metro en mi parada, y camine firme y desesperada a mi lugar de trabajo; la máscara que me cubría el rostro no mostraría nada de lo que en verdad pasaba dentro.


Lucy Pgrr

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