Después de un largo y cansado día de
trabajo, al fin llego a mi destino y cuando decido entrar, me detuve por un
momento y observe frente a mí a una mujer mayor, que me brindo una tierna
sonrisa, aunque en sus ojos se veía agobiada y muy abatida, con ojeras
gigantescas, el cabello despeinado que parecía como si acabara de levantarse y
en su rostro se podía admirar cada arruga, como si cada una de ellas guardara
una historia que terminara en tragedia; seguí viéndola y descubrí ese atuendo
gris, opaco y oscuro, como si cada prenda gritara por alejarse de aquella
mujer.
Mientras tanto yo
seguía allí, parada sin decir nada, simplemente observando a aquella desdichada
mujer, cuanto más la veía, notaba que su vida había sido un mal sueño del que
ella nunca pudo despertar, y se refugiaba en su mediocre trabajo, complaciendo
los caprichos de un jefe mal educado que solo la tenia estresada y muy cansada,
pero se podía percibir que ella prefería estar complaciendo los caprichitos de
un niño inmaduro, antes que luchar por sus sueños.
Cuando me fui acercando a
ella, descubrí que aquella mujer a la cual había castigado con mis
pensamientos; Era: mi reflejo en el espejo.
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