Como todos los días; llegaba hambrienta a la misma cafetería, donde
siempre el servicio era lento pero satisfactorio. Y en una ordinaria espera,
vigile cada detalle de lo que me rodeaba, hasta que frente a mí, choque con él.
Con aquel chico que sin importarle el escándalo, los pasos apresurados y el
ambiente de desesperación que le rodeaba, se mantenía sereno, envuelto en su
mundo y tan sumergido en su libro, que me inquieto bastante, pues al mirarle
sonreír por momentos, inquietaba a mi curiosidad por saber de qué trataba aquel
libro, y a cada momento que subrayaba o anotaba algo interesante,
hacía que mi ser inquieto deseara saber de lo que se trataba; pero
mi contante vigilancia, parece que no le hacía sentir incomodo o quizás ni la
percibía, pues en momentos levantaba su mirada y veía vagamente hacia la nada,
y se transportaba al trance en que lo mantenía sometido aquel libro;
aquel libro que llenaba de imaginación mi cabeza, aquel libro que decía cosas
maravillosas según mi ser, pues aquel libro era su mundo; y su mundo, era lo
que yo quería conocer.
Lucy Pgrr
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